Cuando se perdió el Van Gogh más caro del mundo
Llegó a venderse por 82.5 millones de dólares y hoy tendría un valor de 171.1 millones. Se encuentra entre los 20 cuadros más caros de la historia y es, sin duda, el Van Gogh más costoso del mundo. Con esos datos, no es difícil suponer que una pintura como esa no se perdería de vista. Sin embargo, «El Retrato del Doctor Gachet» no solo se perdió de vista, sino que se le perdió completamente el rastro hace casi 30 años.
La historia de esta pintura comenzó en 1890, con la salida de Vincent Van Gogh de Saint Paul de Mausole, en Francia, institución mental en la que se internó voluntariamente tras el quiebre emocional que vivía en la época del famosísimo incidente en que se cortó parte del lóbulo de la oreja (no, no se cortó la oreja). En el tiempo que pasó en dicha institución, pintó cerca de 150 cuadros, incluyendo algunas de sus más famosas obras, y realizó otros tantos dibujos. No obstante, tras un año en el sanatorio, y pese a que sus colapsos eran más intensos, decidió que era momento de abandonarlo y seguir adelante. Así inició la que sería la última etapa de su vida.
Inicialmente pasó un tiempo en París con su hermano Theo, un mercante de arte quien había mantenido al pintor gran parte de su vida al encontrar imposible vender sus obras. Al poco tiempo decidió mudarse a Auvers-sur-Oise y fue Theo quien le sugirió que visitara al doctor Paul Gachet, un amigo suyo, médico homeópata y pintor aficionado que atendía a algunos artistas de la época (Renoir, Cézanne, Pissarro, entre otros impresionistas). Sin embargo, las primeras impresiones llevaron al pintor a creer que el doctor estaba incluso más enfermo que él y que convertirse en su paciente sería el equivalente «a que un ciego fuera guiado por otro». No era un panorama particularmente alentador.
Aun así, Vincent tomó la decisión de que el doctor Gachet lo atendiera, y, con el paso de los días, sus visitas se hicieron mucho más frecuentes. La realidad era que había muy poco que cualquier médico pudiera hacer por el pintor (lo atacaba una enfermedad que en aquel entonces no podían identificar), por lo que aquellos encuentros no tenían tanto que ver con temas de salud como con que ambos habían desarrollado una gran amistad en poco tiempo, impresión inicial a un lado. Durante los dos meses que convivieron, ambos aprendieron bastante uno del otro y Van Gogh pintó 72 cuadros, incluyendo pinturas de miembros de la familia del doctor. Así, un día que parecía ser como cualquier otro, Paul Gachet aceptó posar para que su amigo pintara su retrato, sin que ninguno sospechara las repercusiones que esa pintura tendría tantos años más tarde.
Esa obra representaba perfectamente las inclinaciones artísticas que el artista tenía en ese momento. Manejaba la complementariedad de colores, era un retrato expresivo y, sobre todo, trataba el tema de la melancolía. Adicionalmente a este cuadro, Van Gogh realizó un grabado y una copia de la obra con bastantes menos detalles, la cual le regaló al doctor. Aunque esa versión nunca desapareció del radar, tampoco se encuentra libre de controversia, ya que hay quienes afirman que el autor de la pintura fue, en realidad, el mismo doctor Gachet y no el pintor.
Seis semanas después de haber concluido el retrato que se convertiría en leyenda, Vincent se encontraba dando un paseo por el campo cuando recibió un disparo en el pecho. Es difícil decir si inesperadamente o de manera totalmente planificada, todo depende de cuál de las teorías sea cierta. Hay quienes apuntan a un joven que le disparó accidentalmente, aunque la hipótesis de que el artista decidió suicidarse (él había robado el arma de la que salió el tiro) es la más aceptada. No obstante, el pintor no murió en ese momento y, de hecho, se fue caminando hasta donde se hospedaba, donde falleció alrededor de 30 horas más tarde, el 29 de julio de ese mismo año (1890). El único registro de su estado en ese lapso de tiempo es un retrato dibujado por el doctor Gachet, ya que él y su hermano lo acompañaron en su lecho de muerte.
Tras la muerte de Van Gogh, el retrato que había pintado de su amigo pasó a las manos de Theo, quien falleció seis meses después y se lo dejó a su esposa Johanna. «Jo» dedicó el resto de su vida a traducir las cartas entre los hermanos y a rehabilitar la imagen del pintor para poder vender sus pinturas. Entre esas obras, por supuesto, se encontraba El Retrato del Doctor Gachet, que fue vendido siete años después por 300 francos y pasó por manos de coleccionistas y vendedores de arte hasta que en 1911 fue adquirido por la galería Städtische en Alemania. La pintura permaneció ahí hasta 1937, cuando sufrió una suerte similar a la de muchas obras de la época, al ser confiscada por el Ministerio del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda, siendo catalogada como «arte degenerado». El retrato cayó en manos de Hermann Göring, un político y criminal de guerra nazi quien se lo vendió a un coleccionista que lo trasportó, junto con varios otros cuadros, a una galería en Nueva York. A continuación, fue adquirido por otro coleccionista, cuya familia lo ingresó en una subasta tras prestarlo en un par de ocasiones al Museo Metropolitano. Fue ahí donde todo se complicó.
En dicha subasta se hizo presente el millonario empresario japonés Ryoei Saito, quien era conocido por adquirir costosísimas obras de arte. Su compra de El Retrato del Doctor Gachet selló su reputación, ya que pagó más de 82 millones de dólares, convirtiendo a la pintura en la más cara vendida en la historia hasta entonces. Esto sucedió en mayo de 1990, exactamente un siglo después de que Van Gogh terminara la pintura y escribiera en una de sus muchas cartas a su hermano Theo que ese cuadro era uno de los retratos modernos que «en contraste con la tranquilidad de los antiguos, tienen una verdadera expresión en el rostro» y cómo ese tipo de retratos, quizá, «serían admirados con nostalgia dentro de cien años». Sin saberlo, el pintor predijo el destino de su pintura con bastante precisión.
Van Gogh, que no había vendido más que una pintura en vida, habría estado contentísimo de conocer la suerte de una de sus últimas obras, pero quien se vio más beneficiado que nadie fue el gobierno japonés, dado que le cobró a Saito 24 millones de dólares en impuestos por su adquisición. Como respuesta, el empresario comunicó que, para evitar la carga tributaria que recaería sobre sus hijos si heredaran la obra de arte, El Retrato del Doctor Gachet sería cremado con él tras su fallecimiento. Por supuesto que al mundo no le hizo mucha gracia la declaración, pero no se le tomó demasiada importancia hasta que, en 1996, el magnate murió de un infarto.
Inmediatamente se inició una frenética búsqueda internacional intentando identificar el paradero de la pintura, ya que era imposible siquiera concebir la idea de que hubiera sido incinerada. «¿Quién tiene al Doctor Gachet?» se convirtió en el juego de especulación favorito en el mundo del arte, pues no parecía existir absolutamente nadie en el mundo capaz de brindar una respuesta con certeza. Por 11 años la situación se mantuvo igual, por lo que algunos comenzaron a creer que la amenaza de Ryoei Saito pudo haber sido cierta.
El 25 de enero de 2007, sin embargo, el Wall Street Journal fue capaz de esclarecer el asunto. En un artículo en el que se describía el estado legal y financiero del inversor austriaco Wolfgang Flöttl, tan casualmente como si ignoraran que estaban respondiendo las plegarias de todo quien apreciara las artes plásticas, revelaron que él había comprado el Van Gogh que se había dado por perdido. Con ello, finalmente, un rayo de luz había iluminado el panorama… por un par de líneas. Poco más adelante, el artículo explicaba que para saldar una deuda, Flöttl había vendido la pintura por 100 millones de dólares a, como no podía ser de otra forma, un comprador que permanece desconocido. En un par de páginas, se concluyó y reanudó el enigmático juego de «¿Quién tiene al Doctor Gachet?», que continúa hasta el momento.
Hoy en día existen algunas especulaciones, mas ninguna certeza sobre el paradero de El Retrato del Doctor Gachet. Sin embargo, de lo que no me queda duda es cuán curioso es que uno de los muchísimos cuadros que ni en sus sueños habría podido vender un pintor a quien le era imposible vivir de su arte, se convirtiera en una de las pinturas más caras e importantes en la historia, y el centro de un enigma que no parece poder solucionarse.
Marco original de «El Retrato del Doctor Gachet», se exhibe vacío.